lunes, 12 de abril de 2010

Descubren una red de tráfico de especies protegidas con más de 2.500 ejemplares

* Tres de los siete detenidos son taxidermistas
* Se han incautado de 2.700 ejemplares de fauna exótica o en peligro de extinción




Nota: La foto no corresponde con la noticia.

La Guardia Civil ha detenido a siete personas en León, Toledo, Ciudad Real, Girona y Sevilla y ha intervenido más de 2.500 ejemplares de distintas especies protegidas o en peligro de extinción, en el marco de la 'operación silvestre'.

Tres de los siete detenidos son taxidermistas y todos ellos están acusados de presunta implicación en delitos relacionados con el tráfico y contrabando de especies protegidas.

Entre las especies incautadas se encuentran aves, mamíferos, peces, reptiles e insectos. Destacan varios ejemplares de lince ibérico, pudú, quebrantahuesos, lobo de crin, guacamayos, cacatúas y búhos, la mayoría ya disecados y, el resto, congelados o en procesos previos a su taxidermia.

La operación se inició el pasado mes de febrero, cuando la Guardia Civil del aeropuerto de León detectó una maleta en cuyo interior se hallaban numerosas pieles de animales y aves, en su mayor parte exóticas, en proceso de curtido, posiblemente para ser disecadas.

Ante la posibilidad de que se tratara de un grupo organizado dedicado a esta actividad, el Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (SEPRONA) inició una investigación para determinar la procedencia y destino final de los animales descubiertos.

Se determinó la existencia de una organización internacional dedicada al tráfico de especies amenazadas y se registraron siete domicilios, en los que se incautaron de 2.700 ejemplares de numerosas especies de fauna exótica o en peligro de extinción y documentación relacionada con el tráfico de las especies.

Los detenidos introducían en España los ejemplares de las especies eludiendo el control aduanero y, además, realizaban labores de tráfico, transporte, almacenamiento y posterior naturalización de las piezas. Las piezas disecadas eran entregadas a los clientes finales, normalmente coleccionistas privados que pagaban en función de la exclusividad del ejemplar y del nivel de protección de la pieza.

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